Cada noche al acostarme,
y también incluso al
levantarme,
como pájaro libre y con
razón,
dejo correr mi
imaginación.
Me imagino charlando
contigo,
paseando por tu ombligo,
queriéndote a querer,
pero es querer y no poder.
Ni culpable me declaro,
al decirte alto y claro.
Que te quiero cada vez que
paseamos,
y en nuestro banco nos
sentamos.
Lo malo de la imaginación,
es que no tiene
fiabilidad.
Lo malo de los sueños,
es que nadie los guía por
la senda de la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario