Retenido en mi cárcel de
cristal que es mi tristeza,
mi desesperación, mi
orgullo caído, mi mala cabeza.
Miro lo deprisa que se ha
pasado la tarde,
donde nuestro amor estaba
que arde.
No puedo alcanzar el punto
de lograr entender,
porque de tu persona debo
depender.
No puedo llegar a saber
cuales son las palabras indicadas,
los actos correctos, los
gestos perfectos, las indicaciones marcadas.
La soledad es mi perfecto
y tenaz oficio,
que no logra aumentar el
beneficio
de difunto de alguna cruda
madrugada.
En increíbles y fabulosas
fiestas,
en las que me encuentro
solo como esta,
no puedo saber si mi musa
sigue levantada.
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