Hasta
aquí llego mi amor por usted,
hasta
nunca diré a vuestra merced.
El
bizcocho sin besos me sentó mal,
el
destino nos dio un final fatal.
El
uno de junio sabrás lo que he callado,
desearas
haberme besado,
pero
al contrario de los cuentos infantiles,
aquí es el malo el que decide.
La
suerte no me mira ni se asoma,
ya
no habrá príncipes con corona
que
acudan a salvar a su princesa.
Queda
poco para este final,
en
el que no habrá rosas ni fresas,
ni
llantos, ni besos, ni “yo te quiero más"...
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