llegaron a ser de esos
que nunca se olvidan
y en el corazón anidan.
Fueron tiernos, especiales,
suaves, finos, olvidables,
de los que hacen daño,
todos los días del año.
Algún tiempo después marcharon,
sin prisa y con desgana se alejaron,
y al corazón lo maltrataron.
Ahora vivo sin saber de ellos,
sin encontrar nada tan bello,
perdido como el alma de un plebeyo.
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